LA PERDONANZA

Perdonanza es un término antiguo que significa indulgencia y tolerancia. El sufijo "anza" añadido a perdón, significa "perdón en acción". En este libro se quiere analizar ese perdón en su extremo más difícil, el perdón de los enemigos.

Dicen que todos sabemos perdonar, aunque perdonar a los enemigos es algo que nos cuesta hacer. Si alguien nos causa un grave daño físico o moral, o a un ser querido, olvidar y perdonar es muy difícil, hasta el punto que hay personas que se llevan el agravio a la tumba. Para entender "la perdonanza", hay que mirar el perdón desde otros puntos de vista. Si decimos que perdonar es "dejar de estar enfadado o resentido (hacia alguien) por una ofensa, falta, o error", resulta que la persona que consigue perdonar, es la primera beneficiada, ya que deja de estar enfadada o resentida. Se trata de pensar o poner el centro de atención, en la persona que perdona y no en el ofensor, del que también nos ocuparemos. Dejamos de estar encadenados al ofensor y nos sentimos libres.

Si nos lo proponemos, perdonar a los enemigos, requiere práctica y es algo que podemos conseguir. Dejaremos de vivir con odio, rencor y angustiados por el miedo a lo que nos suceda. "La perdonanza" nos ofrece ser pacíficos, tolerantes y comprensivos. Al mismo tiempo, mejoramos nuestras relaciones personales y conseguimos la paz interior. Sólo tenemos que intentarlo.

jueves, 8 de julio de 2010

LOS DOS HERMANOS - 1ª PARTE

Esta es la historia de lo que aconteció a dos hermanos, Enrique y Julián, aunque el final se sigue escribiendo. Digo esto porque sería necesario dejar pasar un tiempo para poder apreciar o sacar conclusiones de lo ocurrido, ya que ambos viven, y los hechos futuros serán los que digan si esta historia acaba bien o mal.

Enrique es el mayor y sólo le saca un par de años a Julián, que ya está cerca de los cincuenta. Ambos están casados con Amparo y Carmina desde hace unos 20 años, y tienen cuatro y tres hijos respectivamente, los mayores ya en la universidad. Residen en una ciudad, capital de provincia, cercana a Madrid, aunque Julián tuvo hasta hace poco un piso en Madrid y pasaban largas temporadas en la capital.

La vida de Enrique y Julián transcurrió plácidamente mientras vivieron sus progenitores. El padre, hombre sin apenas estudios y a base de esfuerzo, partiendo casi de cero, supo aprovechar los años de bonanza económica que tuvo el país a partir de los años sesenta, consiguiendo forjar una pequeña fortuna, no tan pequeña pensareis algunos. Tuvo la visión de comprar unos pocos terrenos y tierras de cultivo cercanas a su ciudad y cuando llegó la expansión y el boom inmobiliario, se encontró que sus inversiones se habían generosamente multiplicado. Además tenía un negocio de distribución de materiales, un par de tiendas y como “dinero llama a dinero”, supo ahorrar e incrementar su fortuna.

A todo esto, los dos hermanos ayudaban al padre en todos los negocios aunque el mando siempre lo ejerció el padre. Enrique era más trabajador y serio que Julián, al cual le gustaba más trasnochar y divertirse. Luego cuando ya ambos se casaron, a Julián siempre le gustó más aparentar, tener buenos coches y realizar grandes viajes.

Los problemas empezaron cuando hace unos diez años falleció la madre. Como en muchas familias, la madre que nunca trabajó fuera de casa, era sin embargo la pieza clave de la casa y la que se encargo de sacar adelante su familia. El padre no supo sobrellevar la muerte de su mujer y al poco tiempo empezó con achaques, que unidos a un par de disgustos que le dio su hijo Julián, le hicieron ingresar en el hospital y justo dos años después falleció.

Cuando los hermanos hicieron la partición de la herencia, se encontraron que después de pagar a Hacienda, el patrimonio de cada uno se había incrementado en más o menos 3,6 millones de euros, es decir, 600 millones aproximadamente de las antiguas pesetas. A propuesta de Julián, dividieron todo de la mejor forma que pudieron, y cada uno tiró por su lado. Julián tenía grandes ideas y pensaba que su hermano iba a ser un lastre para ponerlas en marcha, así que “mejor solo que mal acompañado”. Poco a poco, los hermanos se fueron distanciando.

Los primeros años le fueron muy bien a Julián. Se metió en las promociones de pisos y todos sabemos lo que ocurrió hasta el año 2008-2009. Todo se vendía y el dinero entraba a manos llenas. Julián incrementó su tren de vida y era la envidia y admiración de mucha gente de la ciudad. Se construyó un gran chalet, coches de lujo, un gran apartamento en la playa, barco y grandes fiestas a las que acudían sus numerosos amigos. Delante de todo el mundo se vanagloriaba, comparándose con su hermano al que le tachaba de “carca” y que no sabía disfrutar de la vida.

Para colmo hubo un par de incidentes que acabaron por distanciar del todo a los dos hermanos. El primero ocurrió con un terreno heredado del padre y que habían dividido por la mitad. Otro constructor de la ciudad les hizo a ambos una muy generosa oferta por sus terrenos ya que si los unía a otros colindantes, iba a poder desarrollar una gran urbanización, pero la oferta que les hacia era por todo el terreno. A Enrique le pareció una magnífica oportunidad, pero a Julián le fastidiaba que fuera otro promotor el que “se llevara el gato al agua”. Así que se negó y aunque incluso el comprador llegó a subir su oferta, Julián no dio su brazo a torcer. Enrique en más de una ocasión, trató de convencerle pero todos sus argumentos resultaron inútiles. Julián decía que él podía hacer algo más grande y mejor y que Enrique no tenía que ser “tan corto de miras”, intercambiándose entre los dos algún que otro improperio. Luego llegó la crisis y al día de hoy, ahí siguen los terrenos. Lo que en su momento se podía haber bien vendido por 3 millones de euros para cada uno, ahora nadie da un duro.

El segundo incidente le molestó a Enrique todavía más. Poco más tarde de la venta fallida, Julián organizo una gran fiesta en El Casino de la ciudad, para celebrar la puesta de largo de su hija. Iba a ser todo un acontecimiento y a la fiesta estaban invitadas las mejores familias. Y en esto que Julián no sólo no invita a su hermano, sino que tampoco permite que su hija invitara a sus primos, con los que desde pequeños habían tenido una estrecha relación. Eso le costó llorar a la hija de Enrique y aunque el chico mayor decía que le daba igual y que pasaba de la fiesta de su “tiito”, a Enrique padre le sentó como os podéis imaginar. Las pocas relaciones que mantenían los hermanos, acabaron por romperse definitivamente.

A todo esto, Enrique siguiendo los pasos de su padre, los negocios le iban despacio pero muy bien. Se hizo con la representación de un negocio de filtros de agua, y fue ampliando con la distribución de maquinaria, montó un concesionario de coches, y diversificó sus negocios en varias actividades. Llegó a tener en todo el grupo cerca de 200 empleados, aunque últimamente ha reducido algo con la crisis.

Seguro que podéis imaginaros lo que le ocurrió a Julián en estos dos últimos años. Cuando las ventas de pisos empezaron a bajar, Julián no pudo hacer frente al pago de los préstamos y créditos que tenían con los bancos. Para colmo se había asociado con un socio que le dejó en la estacada desapareciendo y Julián que había avalado todo con sus bienes y con la firma de su mujer, se encontró en un corto plazo con la quiebra de sus empresas. Ciego por su brillante fortuna no supo prever las consecuencias de su falta de visión. Los bancos le embargaron todo y rápidamente perdió todas sus posesiones, chalet, piso de Madrid y de la playa, yate incluido. A todo esto se tuvo que mudar a un modesto piso alquilado, sus amigos dejaron de llamarle y pronto cayó en una depresión.

Hace un mes más o menos, Carmina la mujer de Julián llamó con voz entrecortada a Amparo y la pidió que por favor se viera con ella en una cafetería. Quedaron una tarde, y después de pedir unas consumiciones, Carmina empezó a sollozar compulsivamente y la dijo que acudía a ella como una madre para salvar a sus hijos. Le contó que ya no podía más, que Julián vivía encerrado sin salir apenas, y que su vida era un infierno. Los amigos les habían dado la espalda y los pocos ahorros que tenían estaban desapareciendo. No sabía como iban a poder seguir pagando los estudios de sus hijos, porque ya sólo tenían que deudas y él seguía sin encontrar trabajo. Para colmo, si Carmina le decía a Julián que fuera a ver a su hermano Enrique, la contestaba diciendo que ni loco iba a tener que arrastrarse delante de su hermano, que prefería pegarse un tiro, que jamás soportaría tanta humillación
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Después de añadir no sé cuántas desgracias más, Carmina le pedía a Amparo la ayuda que pudiera darla, pero que por nada del mundo, Julián se enterase porque si no lo pagaría con ella. Amparo compadecida la dijo que no podía hacer otra cosa que hablar con Enrique, pues ella no manejaba las finanzas de su marido pero que trataría de interceder y así se despidieron.

Amparo al día siguiente, aprovechando un momento que Enrique estaba tranquilo y no estaban sus hijos delante, le contó lo mejor que pudo su entrevista con Carmina. Enrique tuvo una mala reacción, dando gritos y diciendo cosas terribles sobre su hermano, que si era un cobarde y que renegaba de él, por todas las faenas que le había hecho. Si su hermano no tenía siquiera la decencia de pedirle perdón, que no esperara el más mínimo gesto por su parte.

Hace unos días un amigo del matrimonio conocedor del caso y también amigo mío, me pidió que si podía entrevistarme con Enrique, al cual le había hablado de mí y de la fundación, para tratar de encontrar alguna solución. Así que le llamé y mantuvimos una entrevista de un par de horas.

La conclusión que saqué es que Enrique es una persona que no odia a su hermano, a pesar de todas las faenas y afrentas que ha tenido que soportar de él. Está muy dolido y no entiende que no sea capaz de pedirle perdón. Julián le criticó y ridiculizó mucho delante de gente conocida de ambos y siempre había alguien que le iba con los cuentos de lo que hacía y decía. Ahora que su hermano está tan necesitado, no tiene ni siquiera la valentía de pedirle su ayuda. Si él es orgulloso, más lo es Enrique que es el hermano mayor y ni siquiera sabe si sería capaz de perdonarle por todo el mal que le ha causado. Además le hizo perder mucho dinero y tuvo que soportar muchos desprecios, así que ahora que se enfrente a las consecuencias.

Hablando sobre el futuro una vez que se había desahogado, estuvimos juntos viendo las posibilidades que en este momento existían para Enrique, que se podían resumir de la siguiente forma:
1) Seguir sentado sin hacer nada viendo como su hermano Julián encontraba su merecido.
2) Esperar a que su hermano viniera a pedirle perdón y dependiendo de lo que le pidiera o le dijera, ayudarle o no.
3) Prestar algo de ayuda monetaria a través de las mujeres, Amparo y Carmina, sin parecer que él lo sabia, pues él también tenía su orgullo.
4) Iniciar Enrique la reconciliación, aprovechando que Carmina podría facilitar la misma, aunque siempre existiría la posibilidad que su hermano le rechazase.

Yo le hice una pregunta y Enrique se quedó pensativo. Hemos quedado otro día para continuar la charla y como siempre, aquí dejo unas preguntas para el que se las quiera contestar: ¿si fuerais Enrique qué camino elegís? ¿cual sería vuestra actuación?