LA PERDONANZA

Perdonanza es un término antiguo que significa indulgencia y tolerancia. El sufijo "anza" añadido a perdón, significa "perdón en acción". En este libro se quiere analizar ese perdón en su extremo más difícil, el perdón de los enemigos.

Dicen que todos sabemos perdonar, aunque perdonar a los enemigos es algo que nos cuesta hacer. Si alguien nos causa un grave daño físico o moral, o a un ser querido, olvidar y perdonar es muy difícil, hasta el punto que hay personas que se llevan el agravio a la tumba. Para entender "la perdonanza", hay que mirar el perdón desde otros puntos de vista. Si decimos que perdonar es "dejar de estar enfadado o resentido (hacia alguien) por una ofensa, falta, o error", resulta que la persona que consigue perdonar, es la primera beneficiada, ya que deja de estar enfadada o resentida. Se trata de pensar o poner el centro de atención, en la persona que perdona y no en el ofensor, del que también nos ocuparemos. Dejamos de estar encadenados al ofensor y nos sentimos libres.

Si nos lo proponemos, perdonar a los enemigos, requiere práctica y es algo que podemos conseguir. Dejaremos de vivir con odio, rencor y angustiados por el miedo a lo que nos suceda. "La perdonanza" nos ofrece ser pacíficos, tolerantes y comprensivos. Al mismo tiempo, mejoramos nuestras relaciones personales y conseguimos la paz interior. Sólo tenemos que intentarlo.

domingo, 12 de septiembre de 2010

LA VERDADERA HISTORIA DE LA CIGARRA Y LA HORMIGA

Estoy seguro que todos hemos leído o escuchado la fábula de la cigarra y la hormiga, y como nuestros mayores nos educaban con su relato. Recordaréis con facilidad que es una fábula atribuida a Esopo y recreada por Jean de la Fontaine y Félix Maria de Samaniego, pero para que no tengáis que esforzaros en recordar, más o menos el cuento sería así:

El sol del verano ardía sobre el campo. La cigarra cantaba a toda voz en las largas horas de la siesta, tranquilamente sentada en una rama.

Comía cuando se le antojaba y no tenía preocupaciones. Entretanto, allá abajo, las hormigas trabajaban llevando la carga de alimentos al hormiguero.

Terminó el verano, quedaron desnudos los árboles y el viento comenzó a soplar con fuerza. La cigarra sintió frío y hambre. No tenía nada para comer y se helaba. Entonces fue a pedir auxilio a sus vecinas, las hormigas. Llamó a la puerta del abrigado hormiguero y una hormiga acudió. La cigarra le pidió comida.

¿Por qué no guardaste en el verano cuando abundaba? ¿qué hiciste?, le preguntó la hormiga.

Cantaba, le respondió la cigarra.

¿Mientras yo trabajaba? ¡pues ahora baila!, dijo la hormiga dándole con la puerta en las narices.

“Debemos ser prevenidos y pensar en el futuro, para no vernos luego en dificultades”.


Pero cuando se escribieron estos relatos no existía Internet y el estudio de los animales ni siquiera conocía el término mirmecología, que es la rama de la zoología o, más precisamente de la entomología, que se ocupa del estudio de las hormigas, de su desarrollada vida social y de todos los aspectos referidos a ellas. Por daros algunos datos, resulta que existen actualmente entre 12.000 y 20.000 especies que sobreviven desde hace más de 100 millones de años. Se estima que hay entre mil billones y diez mil billones de hormigas viviendo sobre la Tierra. ¡Apabullantes cifras!, y eso que sólo viven entre uno y tres años, dependiendo de la especie, excepto las hormigas reinas que pueden llegar a vivir cerca de treinta años.

Otro tanto parecido pasa con las cantarinas cigarras o chicharras. Son miles las especies presentes en todos los continentes, con excepción de la Antártida, y los entomólogos siguen trabajando en la clasificación de estos insectos. Se alimentan de la savia de los árboles y otras plantas. Su ciclo de vida es muy interesante: resulta que las cigarras macho cantan y cantan para atraer a las hembras, las cuales ponen sus huevos y mueren poco después (¡las hembras son silenciosas!). Los insectos jóvenes (o ninfas) caen al suelo y penetran en la tierra. Las ninfas viven dentro de la tierra de 4 a 17 años (dependiendo de la especie) y se alimentan de la savia de las raíces. Después cavan túneles, suben a los árboles y sufren una muda, transformándose en adultos con alas y listos para el apareamiento, el cual tiene lugar durante los meses cálidos. A principios del otoño y con la llegada de las lluvias, las cigarras mueren y se repite el ciclo de vida.

Sabiendo todo esto, el final de la historia entre la cigarra y la hormiga, podría haber sido en verdad diferente:

Alicaída y triste se dio media vuelta la cigarra, y ya se alejaba cuando la puerta se abrió de nuevo. ¿Dónde va Vd., Doña Cigarra?, acérquese de nuevo, le dijo la hormiga medio sonriendo.

Esperanzada la cigarra se aproximó y la hormiga le dijo amablemente: ¿pero cómo piensa Vd. que no le voy a dar algo de comida?. Ha sido un buen verano y tenemos abundantes provisiones. Le ruego me disculpe la rudeza, pero es que me acordé de sus sonoros cantos, que me causaban gran admiración.¡se la veía tan despreocupada y feliz! ¿por qué cantaba tanto?.

Pues con mucho gusto se lo cuento, contesto la cigarra. Lo hacía para atraer a la hembra y como había mucha competencia, lo tenía que hacer lo mejor posible. Tuve la suerte de tener pareja y ha puesto cerca de 300 huevos. He cumplido satisfactoriamente mi misión y ahora puedo morir tranquilo. Y como mirando al pasado, añadió:
Desde mi árbol, yo les veía a Vds., acarrear y acarrear comida y pensaba lo trabajadoras y hacendosas que son estas hormigas. Yo no tenía forma de acumular mi comida. Ahora que no hay savia en los árboles, me he visto en la necesidad de acudir a su puerta. La verdad es que tengo muy pocas fuerzas y presiento que me queda poco de vida.

No se preocupe, contestó Doña Hormiga. Sabiendo lo ocurrido, échese por aquí cerca del hormiguero y le traeremos algunas provisiones. Vd. ha nacido para cantar y lo ha hecho muy bien, tiene que tener una vejez tranquila. A mí me han contado mis mayores que no debemos inquietarnos por el mañana, porque el día de mañana ya tendrá sus propias inquietudes; bástale a cada día su afán.

La cigarra emocionada le contestó: Le doy mis sinceras gracias por su comprensión y actitud. Ya intuía yo que Vds. eran unas criaturas muy sabias y longevas.


“Cuando te pidan ayuda no la niegues. Hazlo sin esperar nada a cambio y seguro que serás recompensado”.

Y para que sepáis que la moraleja se cumple, cuando muchas de las cigarras fallecen, aparecen de nuevo las hormigas y con sus fuertes mandíbulas arrastran al cuerpo de la cigarra y con él se alimentan durante el invierno.

Y aquí viene la pregunta: ¿cómo os consideráis vosotros? ¿sois más cigarras que hormigas? ¿ó es al revés?. Creo que hay que inventar una nueva palabra, la hormigarra.