LA PERDONANZA

Perdonanza es un término antiguo que significa indulgencia y tolerancia. El sufijo "anza" añadido a perdón, significa "perdón en acción". En este libro se quiere analizar ese perdón en su extremo más difícil, el perdón de los enemigos.

Dicen que todos sabemos perdonar, aunque perdonar a los enemigos es algo que nos cuesta hacer. Si alguien nos causa un grave daño físico o moral, o a un ser querido, olvidar y perdonar es muy difícil, hasta el punto que hay personas que se llevan el agravio a la tumba. Para entender "la perdonanza", hay que mirar el perdón desde otros puntos de vista. Si decimos que perdonar es "dejar de estar enfadado o resentido (hacia alguien) por una ofensa, falta, o error", resulta que la persona que consigue perdonar, es la primera beneficiada, ya que deja de estar enfadada o resentida. Se trata de pensar o poner el centro de atención, en la persona que perdona y no en el ofensor, del que también nos ocuparemos. Dejamos de estar encadenados al ofensor y nos sentimos libres.

Si nos lo proponemos, perdonar a los enemigos, requiere práctica y es algo que podemos conseguir. Dejaremos de vivir con odio, rencor y angustiados por el miedo a lo que nos suceda. "La perdonanza" nos ofrece ser pacíficos, tolerantes y comprensivos. Al mismo tiempo, mejoramos nuestras relaciones personales y conseguimos la paz interior. Sólo tenemos que intentarlo.

domingo, 10 de octubre de 2010

LA PENA DE MUERTE ES UNA PENA

Hace poco me reuní con dos amigos para vernos de nuevo y tomar un café juntos. La charla era relajada y cordial pero se tensó un poco, porque no me acuerdo como fue, que empezamos a hablar de la pena de muerte, de los pros y contras, y resultó que uno de ellos era partidario de la pena de muerte, sobre todo para determinado tipo de crímenes, y el otro era un ardiente defensor de la abolición. Salió a relucir el diferente tratamiento en algunos Estados de Estados Unidos, pues en 38 de ellos sigue vigente, pero es que en el mundo todavía se aplica en cerca de 90 países, algunos de ellos como China, Egipto, India y Cuba que la mantienen para delitos comunes. En Irán, Arabia Saudí y otros, la homosexualidad puede llegar a pagarse con la vida. Hablamos de lo que ha evolucionado la humanidad en este sentido si volvemos la mirada hacia la historia, así como otros variados argumentos.

Ya os anticipo que mi posición al respecto ha variado a lo largo de mis años y quizás por eso, entiendo y respeto completamente cualquier postura que una persona pueda tener en este tema , pero os voy a contar una historia que es la misma que les conté a ellos, con el ánimo de que la discusión no fuera a mayores.

El 14 de Abril de 1995, en el Estado de Florida, Lynda que tenia 17 años, dejó entrar en la casa de sus padres con los cuales vivía, a LeRoy, un chico dos años mayor que ella, al que conocía porque en alguna ocasión la había suministrado algunas drogas. Estaban solos en la casa y pronto empezó una discusión sobre alguna deuda que Lynda tenía con el chico. En la pelea el chico trató de forzarla sexualmente y ante su resistencia, agarró un gran cuchillo de la cocina, y allí mismo de una desafortunada cuchillada la degolló. El chico asustado huyó y la pobre chica se desangró aunque pudo pedir ayuda por teléfono y decir el nombre del asesino. Cuando llegaron las Asistencias no pudieron impedir que camino del hospital, la chica falleciera.
A las pocas horas, la Policía detuvo a LeRoy, con sus huellas en el arma del crimen y testigos que le habían visto salir de la casa. LeRoy acabó confesando y en su defensa alegaba que estaba bajo los efectos de la droga que había consumido y que con la discusión había perdido la cabeza.

La vida para los padres y otros familiares de la chica de pronto cambió. Alguien a quien no conocían, en un momento, les había arrebatado a su preciosa hija y sentían que su vida ya no sería la misma a partir de entonces. El chico ingresó en prisión y la maquinaria judicial se puso en marcha. Pasaron casi tres años hasta que llegó la fecha del juicio y la Fiscalía solicitaba la pena máxima, la inyección letal para el culpable.

A todo esto, resultó que el padre había sido un activista a favor de la supresión de la pena de muerte, y había acudido a manifestaciones contra dicha pena. Cuando el destino le sacudió con la muerte de su más querida hija, se debatió entre sentimientos encontrados. La rabia y el odio que sentía hacia el asesino de su hija se contraponía con su forma de pensar. Si LeRoy no había tenido derecho a quitar la vida de su hija, ni él ni la sociedad tenían ese derecho ahora. Para colmo, su mujer y otros familiares si que eran partidarios de la aplicación de la pena de muerte y no podían entender que él fuera partidario del perdón.

Llegó el día del juicio y pudo ver cara a cara al asesino. Su comportamiento durante el juicio era altanero y frío y tampoco demostraba arrepentimiento. Su defensa basó sus argumentos en el estado en que se encontraba por los efectos de la droga consumida y la pérdida de control, por la discusión y la negativa de la chica al acto sexual. El hecho de que no hubiera pedido auxilio y huyera de la casa iba en su contra. Sin embargo, el padre que había tenido tiempo de aclarar sus ideas, en ese momento del juicio, lo que más temía era que el veredicto fuera el de la pena de muerte, pues eso le obligaría a tomar partido y las acciones legales que fueran oportunas, para que no se aplicara. Eso le llevaría a solicitar el perdón y la conmutación de la pena, y tener que enfrentarse a su familia.

Pero el destino decidió que esa no iba a ser su ocupación. LeRoy fue condenado a 30 años de prisión, casi media vida que le quedaba la pasaria entre rejas. El último día del juicio, antes de que LeRoy abandonara la sala, este padre hizo algo que le brotó de pronto del fondo de su ser. A través de su abogado, solicitó al Juez poder decir unas palabras al condenado. El Juez accedió a que lo hiciera brevemente fuera de la Sala de Juicio y encadenado como estaba, con los guardias presentes, asegurándose que no era para tomar el padre algún tipo de represalia. El padre sentía que no podía dejar escapar la oportunidad de mirar a los ojos al asesino de su hija, los mismos ojos que su hija había visto antes de que perdiera la vida, y que difícilmente igual luego no se le presentaría otra oportunidad.

Cuando llegó el momento de dirigirse a él, se encontró muy calmado. Después de un breve silencio, le dijo que ya no estaba enfadado o resentido hacia él, aunque había sentido mucho dolor por lo que le había hecho y que la madre aún continuaba destrozada. Le dijo que lo que sentía era mucha compasión hacia él y que le deseaba que de alguna forma pudiera dar un cambio a su vida. Le acabo diciendo que rezaría por él y que en su corazón sólo existía el perdón y la comprensión. La cara del chico reflejaba su desconcierto y no pudo articular palabra, pero sus ojos y expresión cambiaron por completo. Los guardias se lo llevaron sin miramientos, con la cabeza baja.

Aquel día, cuando el padre salió de la Corte de Justicia y llegó a su casa, sintió una gran calma. Ya no había ningún sentimiento negativo en su corazón y el hecho de haber podido perdonar al asesino de su hija, le había dado una gran paz y tranquilidad. Ya no se sentía más una víctima y se había liberado de sus negativos pensamientos. Poco a poco su vida recuperó la normalidad y ayudó a hacer lo mismo a su familia. En la actualidad está colaborando con una ONG que ayuda a los presos a reincorporarse a la vida civil y también ayuda a personas que están pasando por su misma experiencia. Si él lo ha logrado puede ayudar a otros a hacer lo mismo.

Y aquí se acaba esta historia, y como es lo habitual, os preguntaré si ¿creeis que alguno de mis dos amigos cambió su forma de pensar al respecto?¿sois partidarios de la pena de muerte?

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